sábado, 21 de junio de 2008

El juego de las lágrimas, una visión psicológica, de Gaceta Universitaria

" A propósito de ella, el director está desarrollando una historia de amor, de identidad sexual, de lealtad, y varias más. Por ejemplo, el espectador puede notar el curioso papel de los genitales masculinos en el desarrollo del film. En las primeras escenas Jody es seducido por Jude en un parque de diversiones, con la finalidad de secuestrarlo. Pensando que es una conquista, Jody, muy excitado, desea llevarla a algún rincón. Pero siente entonces necesidad de orinar, y temiendo que Jude escape, lo hace teniendo en una mano su pene, y en la otra la mano de Jude. Ya en cautiverio, Jody necesita orinar, pero está esposado, de modo que esta vez su pene es sostenido por Fergus, quien irónicamente ante el agradecimiento de Jody, le dice: “fue un placer”. Ambos ríen. Pero además, Jody encamina a Fergus hacia Dil, quien tiene para este último algo inesperado: pene. Sin embargo, no tomará ese derrotero nuestra interpretación.
En el trasfondo de lo dicho está el tema de la identidad sexual: Dil es transexual, es decir, una mujer con cuerpo de hombre, cuerpo que rechaza y siente como impropio, y que –por así decirlo– “repara” mediante el maquillaje y la vestimenta. No es propiamente un travesti. Se denomina travesti a una persona, generalmente homosexual y hombre, que atrae a otros hombres “aparentando” ser mujer, pero que ama su cuerpo y sus genitales. Sobre la base del tema de la identidad sexual, pensamos que el contenido más radical que nos ofrece el director Neil Jordan es la sutil relación que hay entre el “aparecer” y el “ser”, entre lo que las cosas parecen y su verdadera naturaleza.
La historia que anuda éstos y otros aspectos del film es aquella del escorpión y la rana. Para quienes no la recuerden, consiste en lo siguiente. El escorpión –que no sabe nadar– debe cruzar el río. Le pide entonces a la rana que lo transporte hasta la otra orilla. La rana se niega, diciéndole: “no puedo hacerlo, tú me picarías”. El escorpión replica: “Cómo voy a picarte; si lo hago, moriremos los dos”. La rana accede, pues el argumento del escorpión le parece irrefutable. Con el escorpión en la espalda, la rana emprende la travesía. En la mitad del río siente un fuerte dolor: el escorpión la ha picado. Perpleja y moribunda, la rana le pregunta: “¿Por qué lo hiciste?” El escorpión, ahogándose, le responde: “Lo siento: está en mi naturaleza, no pude evitarlo”.
Hay algo conmovedor en esta historia. Pero, sabemos, las historias de engaños no conmueven. A lo más desagradan o enrabian. ¿Qué hay entonces en esta historia que nos conmueve? Pues, justamente, que no se trata de un engaño. El escorpión, sinceramente, cree que no picará a la rana, y la rana, sinceramente, le cree al escorpión. Pero la voluntad y la convicción consciente no bastan para torcer la naturaleza de cada quien. Hay aquí un fatum, una destinación. El escorpión parece un ser razonable en ese momento, pero no es esa “razón” la que en definitiva determina su conducta. Esta destinación coloca a The Craying Game en el terreno de la tragedia griega, es decir, de aquella que surgió en el siglo de Pericles como un género que continúa conmoviendo a la humanidad hasta hoy (piénsese en Sófocles y la tragedia Edipo Rey). En la tragedia griega el oráculo, como el de Delfos, expresaba la voluntad del dios Apolo, y era infalible. La profecía del Oráculo, a pesar de todos los esfuerzos de los héroes trágicos, siempre se cumple: efectivamente, Edipo mata a su padre, se casa con su madre y tiene cuatro hijos con ella. A diferencia de la tragedia clásica, en nuestra historia no hay un oráculo que exprese la voluntad de un dios. ¿Dónde entonces está la destinación? Está en la “naturaleza”. Es la naturaleza la que no se puede evitar.
Debemos por lo tanto preguntarnos qué estamos diciendo con la palabra “naturaleza”.


natuRaleza, VeRdad Y apaRiencia1
UNA REFLExIÓN PSICOLÓGICA A PROPÓSITO DE LA PELÍCULA
“EL JUEGO DE LAS LÁGRIMAS” DE NEIL JORDAN
(Rev GU 2006; 2; 2: 144-147)
césar ojeda



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